- La salida 𝐟𝐮𝐞𝐫𝐨𝐧 𝐝𝐨𝐬 𝐝í𝐚𝐬 𝟏 𝐲 𝟐 𝐝𝐞 𝐧𝐨𝐯𝐢𝐞𝐦𝐛𝐫𝐞 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐚𝐩𝐫𝐞𝐜𝐢𝐚𝐫 𝐞𝐥 𝐞𝐟𝐞𝐜𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐟𝐚𝐥𝐭𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐥𝐮𝐯𝐢𝐚𝐬.
1. Reducción del caudal del río Apacheta, con incremento del pH y conductividad eléctrica de sus aguas, alcanzando valores de hasta 8,14 y de 1 110 µS/cm, respectivamente. Situación que está poniendo en serios aprietos a los truchicultores asentados a orillas de dicho río.
2. La vegetación de extensas áreas de los bofedales presentan signos evidente de estrés hídrico. Consecuentemente, falta alimento para animales domésticos (camélidos).
3. Desaparición de charcos de agua en los bofedales. Solo persisten los originados por manantiales con pH de 2,8 a 3,2 y con conductividad de 1 440 µS/cm a 1 885 µS/cm, no apto para la consumo animal ni humano. Semejante situación ocurre con los arroyos.







4. Aguas con pH muy ácido y elevada conductividad en los bofedales, determinan que la vegetación superficial aledaña desaparezca.
5. Los lugareños y animales se ven obligados a beber agua de dichos riachuelos y charcos. “No tenemos agua, por eso tomamos esta agua envenenada, que vamos hacer, así es nuestra vida cuando falta lluvia” “nuestros animalitos cuando toman esta agua, se enferman y mueren”, expresiones de una anciana pastora del lugar.
6. Los ríos que cruzan los puentes Niñacha y Supaymayo (vía Libertadores), que reúnen agua de los bofedales visitados, principales afluentes del río Apacheta y que posteriormente se deriva a la presa Cuchoquesera, con caudal muy reducido y con pH muy ácido.
La falta de lluvia en la sierra sur del Perú está afectando seriamente la persistencia de los bofedales, con pérdida de sus bienes y servicios. El cambio climático dirán ¿pero quién realmente tiene la culpa?
Especial agradecimientos al Est. Royer Cárdenas por su colaboración.