Esta es la historia de una persona detrás del ideal de llevar nutrición de altísima calidad a todo el mundo con nuestros alimentos ancestrales
Por Angie Hinostroza
Para comprender el éxito de Tiyapuy es necesario partir desde la historia de su creador. Desde muy niño Aníbal Prado supo la importancia de emprender. Para él, superar las circunstancias de la vida y salir adelante significan las ganas de poder construir algo a partir de lo que uno ya posee. Por ello mismo no es extraño que inspirado por su propia historia y el deseo de poder cambiar la realidad de miles de personas, hoy Aníbal se encuentre sembrando un mejor futuro a través de Tiyapuy.
La desnutrición y anemia son un problema constante que afecta la salud de muchos niños y mujeres gestantes. En el Perú contamos con superalimentos y granos ancestrales de potente valor nutritivo que podrían mejorar la salud pública. Y eso lo sabe bien Aníbal Prado.
Durante su primera experiencia laboral, debido a lo demandante y desgastador del oficio, Aníbal enfermó por un cuadro de estrés acompañado de una mala alimentación. A esta situación, se sumó la condición de su esposa, a quien le detectaron anemia durante su segundo embarazo. Consciente del problema, se propuso cambiar dicho escenario siguiendo las sugerencias del doctor: consumir productos de contenido alto en hierro, calcio y proteínas. Pero… ¿de qué manera podría incluirlos en su dieta diaria? Esa fue su principal interrogante.
“En mi familia consumimos pasta. Nos encanta”, comenta Aníbal. “Es allí que pensé en cómo no hay algo que contenga esos mismo nutrientes y proteínas. Algo así como unas pastas hechas de cuy”. Aunque la idea pudo sonar cómica cuando se la comentó a su familia, no se desprendió de su mente, así que, por sugerencia de su esposa, la plasmó como proyecto investigación para la universidad.
Con la idea concretada, a Aníbal se decidió por presentarla en el evento Jóvenes Emprendedores; sin embargo, aún no tenía un producto neto. Entonces, lo siguiente fue materializar la idea y desarrollarla. El proceso no fue sencillo. Se necesitaron varios intentos para obtener una pasta con el valor nutricional objetivo y que a su vez cumpla con las características convencionales. “A la séptima quedó la consistencia”, menciona Aníbal.
Durante la presentación del producto previa a la feria, Aníbal comenta que se sintió el hombre más feliz de la vida por el visto bueno que le dieron los organizadores. “Me sentí como si hubiese ganado un Oscar”, comenta emocionado. Para presentar la pasta ya en la feria, era necesario masificar la producción de esta, una tarea complicada dados los pocos días que tenía para la tarea. Sin embargo, con el apoyo de su familia pudo lograrlo. “Cuatro días antes de la feria, tenía que producir más la pasta. Mi esposa y mi hijo se quedaron conmigo hasta la madrugada para tener todo listo. Fue un trabajo en familia. Fue un esfuerzo de familia”, recuerda.
A partir de aquella oportunidad y la buena recepción del producto, muchas empresas se mostraron interesadas en invertir en el proyecto. “Todas era muy buenas propuestas, pero tuve que pensar en qué era lo que realmente quería lograr”, menciona Aníbal. Lo que él quería era llevar su inventiva más allá de las fronteras nacionales y para ello necesitaba saber cómo funciona el mundo empresarial, y quién mejor que su gran amigo Carlos Añaños para guiarlo. “Él me presentó a las personas que me ayudaron a mejorar el producto. Él me abrió el camino empresarial”.
Gracias a él pudo conectar con Armando Estrada, presidente de Studio A, quien quedó fascinado con el proyecto debido a la historia y propuesta original que representaba el producto. “Me ayudó a crear mi marca desde cero, desde la identidad hasta el empaque, algo en lo que yo no pensaba”.
Con la llegada de la pandemia, la coyuntura empresarial se complicó. “Fueron meses de incertidumbre”, comenta Aníbal, quien en ese momento se encontraba en Lima gestionando detalles para su pequeña empresa y a la espera de los resultados de análisis del producto por parte de la Universidad Agraria La Molina. La angustia por la situación no supuso un impedimento para que siguiera adelante. Envió los análisis que requería el producto para presentarlos en el empaque a un laboratorio privado.
En tanto, Aníbal tuvo la idea de integrar un producto más al proyecto. “Quería un alimento nutricional y beneficioso que ayudara a las personas celiacas, por ello se me ocurrió hacer unas pastas de siete semillas que sea gluten free”. Así mismo, continuando con su investigación, y mirando hacia el mercado extranjero, creó una pasta a base de quinua y chía. “Este tercer producto fue específicamente para exportación al mercado americano y asiático, pero sobre todo a países de Europa en donde se consume pasta en cantidad”.
Durante el proceso, se integraron al proyecto nuevos productos: la quinua orgánica en su variedades blanca, roja y tricolor; y las botanas, chips de quinua, camotes, chifles, así como las tradicionales papas nativas amarillas y mixtas. Con los nuevos integrantes, fue necesario replantear la marca y reforzar la identidad de la propuesta con un nombre afín. “Se realizó todo un estudio en torno a nuestra cultura. Tomamos nuestros ancestros, la biodiversidad cultural de todo el Perú y, desde luego, a nuestros campesinos y agricultores”.
Así nació Tiyapuy. Con una interesante filosofía detrás, pues no solo se enfocan en mostrar y posicionar la riqueza productiva de la región Ayacucho a nivel global, sino de poder fomentar una cadena productiva en la cual los agricultores, agropecuarios y el empresario se beneficien, concepto que en el mundo de marketing se conoce como la estrategia win-win. “Nuestra idea de negocio es diferente. Tiyapuy significa que juntos lo tenemos y podemos todo”.
Actualmente, Tiyapuy se encuentra en los principales supermercados a nivel nacional tales como Wong, Metro, Vivanda e incluso la pequeña cadena Tambo. Así mismo, la marca ha ingresado al mercado extranjero con gran éxito de consumo, en donde el producto bandera es la pasta de quinua.